Cuando
un cumpleaños se repite
su
mensaje no siempre es el mismo;
de joven
me sabía a independencia,
a
caminos no andados, a omnipotencia.
Luego
tuvo el aroma de jornada acabada,
de deseo
que el tiempo había marchitado,
el
perfume de momentos no vividos
y de
besos en el recuerdo perdidos.
Mañana de madrugada se repite ese día
en que la
fuerza del destino me trajo al mundo,
pero
esta vez su letanía ya la conozco,
porque
sabe a proyectos cumplidos,
a tareas
terminadas, a una mirada clara
y, más
que nada, a serenidad conseguida.
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