Cuando llegado el anochecer
me
siento sobre la arena fría,
no es a
tí a quien recuerdo,
sino la
magia de cuánto te quería.
Cuando
empieza a brillar la luna
y el mar
refleja un color de plata,
no es tu
rostro el que aparece
pero la
nostalgia que me arrebata.
Cuando renace
el alba marina
y de oro
pinta las olas dormidas,
no es tu
nombre el que me envuelve
sino lo
que fue mi profunda alegría.
Pero
nostalgia no es tristeza.
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