A veces cuando miro el día que acaba,
la luz
que lentamente se apaga
las
horas que despacio se alejan
pienso
en los años idos que reflejan
lo que
he vivido, lo que he sufrido,
pero,
más que nada, lo mucho que he amado.
Recuerdo
los rostros que me quisieron,
las
manos que con amor me acariciaron,
los
momentos de dolor cuando que se fueron,
pero
mucho más recuerdo los instantes
en que
con ellos comprendí que los que amamos
para
siempre en nuestra alma los demoramos.
Hoy, cuando
miles de días han transcurrido
aún mantengo
sus nombres en la memoria,
aún
pienso en ellos antes de dormirme,
y sé que
cuando mi vida se termine
irán
conmigo adonde me lleve el viento,
o lo más
profundo de mi pensamiento.
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