CARTA A UN COMPAŇERO DEL COLEGIO

Salut Michel:

¿Cómo estás? Hace tiempo que no recibo tus noticias. O quizás el estar recluida en mi casa por la pandemia me hace necesitar más de las voces amigas, especialmente las de mi infancia y adolescencia. Por alguna razón el encierro evoca el pasado, aquel en donde todos éramos como una gran familia en la que nos sentíamos protegidos. En esa época el mundo era diferente y salvo la preocupación por tener buenas notas, el universo en el que nos movíamos era casi transparente. Es cierto que en algunas ocasiones aparecía alguna nube en el horizonte; pero con un llamado telefónico todo volvía a su lugar. Pero hoy al mirar la foto de fin de año del colegio me doy cuenta de que hace mucho tiempo que ese mundo dejó de existir. El aislamiento y la soledad de este momento que nos toca vivir son los que traen estos recuerdos a la mente, como muchos otros. En las paredes blancas de nuestro hogar volvemos a leer la historia de nuestra vida en sus ínfimos detalles, los buenos y los otros. Y al recordar esas vivencias no podemos dejar de preguntarnos por qué tomamos un rumbo y no otro, o por qué al ver que ese camino no llevaba a ningún lado seguíamos andando. Es cierto que también se nos aparecen los momentos felices, aquellos cuando tocábamos el cielo con las manos, aunque fuera por un rato . ¡Qué breve es la vida y cuántos laberintos la conforman! ¿Será que nos quiere enseñar a ser más sabios y más cautos? ¿Será por eso que los grandes hombres de la historia se van al desierto a comprender el significado de todo esto? A veces cuándo mi hijo me pregunta si estoy bien, por alguna razón se me llenan los ojos de lágrimas y tengo que hacer un esfuerzo para reprimir un sollozo. Luego me digo que la soledad que estamos padeciendo no es más que una revisión de los días ya vividos, y un proyectar los días que todavía nos faltan. ¿Y los errores pasados? Quizás hayan sido necesarios para poder comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos. Cada uno de esos desaciertos es un escalón hacia la vida que nos espera. Ojalá que los días que están por venir sean los más preciados de nuestra vida.
Y con esta reflexión te dejo por ahora, deseando volver a verte cuando la vida vuelva a ser la que era… o parecida.
Bisou,
Marina