¿POR QUÉ?
A veces, cuando me siento al borde del agua me
pregunto
cuál fue el sentido de nuestra jornada; y no lo
encuentro.
Y cuando a la noche miro la ventana con ojos de
asombro
me digo que nuestro andar por la vida fue
misterioso.
Y, sin embargo, yo sé que nada en el universo
es azaroso;
las palabras que se dicen y las miradas que se
dirigen
siempre es hacia un destino predestinado y no a
otro.
Me duele el alma no haber descubierto su
significado.
Hoy, cuando la vida casi se acaba, aún desconozco
aquel lenguaje que hubiera acercado nuestras
almas,
nuestras penas y nuestros delirios, nuestros
deseos.
Ahora es tarde; me despido y me encamino hacia otro destino.